El infierno sobre piedras
La 117ª edición de la París-Roubaix llega este domingo y se presenta más impredecible que nunca, lo que es mucho decir. Conocida también como el infierno en el Norte o como la reina de las clásicas, el tercer monumento del año supone el fin de la temporada de pavés, y es un final a lo grande. El recorrido es de 257 km, y 54 de ellos se disputan sobre las características rectas adoquinadas, que se encuentran en diferentes estados de conservación. Les amis de Paris-Roubaix es una asociación de aficionados que se dedica a la restauración de los tramos de pavés, respetando la manera tradicional de construcción: solo piedra y barro. Debido a que se disputa al norte de París el segundo domingo de abril (justo una semana después de la Ronde Van Vlaanderen), si no llueve el mismo día de la carrera viene de hacerlo en los días precedentes. Barro, pinchazos, lluvia, polvo, accidentes y montoneras confieren a la París-Roubaix un aire épico e impredecible que no tiene ninguna otra carrera en el mundo.
De la misma forma que no se puede ganar sin fuerza y potencia, tampoco es posible sin saber estar táctico, colocación y suerte. A veces parece que se trate casi de una prueba de eliminación, donde los corredores se van quedando atrás y el grupo se va viendo reducido poco a poco, por selección natural.
Se buscan favoritos
No es ningún secreto que ni el vigente campeón Peter Sagan (1200), ni Greg Van Avermaet (1200) ni tampoco Phillippe Gilbert (800) han vivido su mejor primavera, pero en la reina de las clásicas la experiencia es un grado, y los tres van sobrados de batallas en las piernas.
El checo del Deceuninck-Quick Step Zdeněk Štybar (800) parecía ser el hombre más en forma de la temporada de adoquín, tras ganar la Omloop Het Nieuwsblad y la E3 BincBank Classic, pero en la Ronde Van Vlaanderen desapareció a las primeras de cambio, dejando muchas dudas. Después la carrera dijo en su twitter que había sufrido algunos problemas de salud. Al fin y al cabo, y sin hacer mucho ruido, quien llega mejor de entre los favoritos de hoy y de siempre es Alexander Kristoff (1200). Esta primavera ganó la Gent-Wevelgem y logró un tercer puesto en la Ronde Van Vlaanderen tras imponerse en el sprint del grupo.
Otros nombres que están en todas las quinielas son Oliver Naesen (800), Wout Van Aert (400), Tiesj Benoot (800), John Degenkolb (800), Matteo Trentin (800), Dylan van Baarle (600), Sep Vanmarcke (600), Magnus Cort Nielsen (800), Jasper Stuyven (1000), Silvan Dillier (600), Kasper Asgreen (200), Nils Politt (400) o Sebastian Langeveld (200).
Es una verdadera pena que ni Mathieu Van der Poel (200) ni Alberto Bettiol (200), campeón está semana en Flandes, vayan a disputarla, pues ambos serían serios candidatos a convertirse en leyenda en el velódromo de Roubaix, el templo ciclístico mitológico que acoge la llegada desde 1943.